lunes, 13 de noviembre de 2017

Guardería si, guardería no...



Hace unos meses, nos embarcamos en un proyecto que ha empezado con muy buen pie pero que nos mantiene ocupados gran parte del tiempo, por lo que no estábamos dedicando el tiempo en exclusiva al peque de la casa ni tampoco al "recién nacido" proyecto y como con la atención dividida no se puede hacer nada bien, el mes de septiembre no nos quedó más remedio que contar con la desinteresada ayuda de los abuelos toledanos. En un principio solo iban a ser dos semanas en Toledo, pero finalmente se alargaron a cinco, con una visita de fin de semana de por medio. 

Cinco semanas sin verlo, sin estar con él, sin ver su evolución que ha sido realmente asombrosa. Fue una separación muy dura y dificil, como lo son todas las separaciones forzosas, pero nos quedamos tranquilos porque sabíamos que iba a estar muy bien atendido y cuidado. Eso sí, nunca he gastado los megas y la batería del teléfono tan deprisa, llamadas y videollamadas a diario, aunque lo único que escucharamos al otro lado fuera un batiburrillo de interjecciones en un idioma incomprensible que con los días ha ido convirtiendose en un repertorio de palabras con sentido que nos dejan con la boca abierta.

Ya lleva en casa con nosotros un mes. Aunque esta no es la casa que él conocía, porque mientras no estaba, además de trabajar en el proyecto, nos hemos mudado. Otra de las razones por las que tuvimos que contar con la ayuda inestimable de los abuelos. De no haber sido por ellos, no quiero ni imaginar como habría sido la mudanza lidiando con Ares y con su padre ausente por maniobras durante la última semana en la que había que dejar la casa antigua definitivamente... una locura sin duda.

Pero bueno, eso ya forma parte del pasado, ya estamos instalados en la nueva casa y salvo por alguna caja que aun falta por desembalar y que nos recuerda que llevamos un poco más de un mes aquí, empieza la aventura de convertir la nueva casa en nuestro hogar.

Ares además está afrontando el salto de la cuna a la cama. Una nueva etapa para la que quizá él ya estaba preparado, pero yo no tanto porque eso implica dejar atrás al bebé que era hace solo unos meses para dar la bienvenida al niño en el que se ha convertido.

A punto de cumplir los dos años, el cambio de casa ha supuesto dejar atrás otra etapa de nuestras vidas.

Una etapa muy feliz colmada de experiencias positivas, experiencias no tan positivas pero que se convirtieron automaticamente en aprendizajes y sobretodo de sentimientos. Nervios a flor de piel, un cuantos biberones trasnochados, cambios de pañal en penumbra para no desvelar su sueño porque el nuestro ya estaba desvelado, despertares nocturnos para comprobar que respiraba, primeros pasos, primeras risas, primeros juegos, primeras palabras, primeras carreras por el pasillo, primeros tropiezos y dientes rotos, primer cumpleaños, primer invierno, primer verano y segundo..... pero, no debemos aferrarnos a cuatro paredes por muchas cosas que hayamos vivido en ellas, por eso la nueva casa supone un cambio, un nuevo comienzo, una nueva etapa que también será maravillosa, un nuevo hogar deseando impaciente ser llenado de historias y de recuerdos.

Y también una etapa que viene repleta de trabajo lo cual es maravilloso, pero con un niño que en trece días cumplirá los dos años, hace que surjan las temidas preguntas, ¿trabajar o pasar las mañanas tirada por el suelo, haciendo castillos con bloques, pintando obras de arte y cantando canciones infantiles a voz en grito?, ¿lo llevo a la guardería?, ¿me quedo con él y pospongo el trabajo a la noche, justo cuando lo acostamos y menos ganas de hacer nada tenemos?, sí, lo sé, yo misma me respondo, pero me cuesta un mundo tomar la decisión. Porque ya no habrá más mañanas de juegos, porque habrá una mañana de juegos que será la última, porque se me partirá el corazón cuando lo deje en la puerta de la guardería y me costará concentrarme en el trabajo y sobretodo porque está creciendo muy deprisa y no quiero perderme nada. Este año suma dos en su haber y en otro año irá al colegio, quizá podría esperar y exprimir al máximo los meses que podamos estar juntos aprendiendo él uno del otro.




Y vosotr@s, ¿que me aconsejais?, ¿os costó dejarles en la guarde? Yo estoy convencida de que me costará a mi más que a él...

Ya os contaré la decisión tomada, aunque si finalmente empieza la guardería, ya será para Enero... (sacaremos partido a los dos meses que nos quedan 😊)



Esther Rh



















2 comentarios:

  1. Te aseguro Ester que será mucho menos duro que dejarle esas semanas con tus padres. Los primeros días son duros, pero la sonrisa que tiene cuando vas a recogrele, o el adiós mamá tan tranquilo...no tiene precio. Se hacen mayores esterciti.

    ResponderEliminar
  2. Gracias Meri! Es verdad, me da vértigo lo deprisa que va esto. Lo de la guarde no me lo había planteado así... supongo q si superamos la separación forzosa la guarde será coser y cantar! No me había planteado así las despedidas y los reencuentros, fíjate!

    ResponderEliminar