domingo, 20 de noviembre de 2016

Y entonces llegó él

.... y todo cambió para siempre.
Dejamos de ser dos para convertirnos en tres, dejamos de dormir del tirón toda la noche para levantarnos a preparar biberones, cambiar pañales y dar consuelo a un pequeño ser que estaba más perdido en este mundo que nosotros y mira que era difícil estar más perdido que nosotros... ya no recuerdo que más dejamos de hacer porque ya no sabría que hacer si él no estuviera en nuestras vidas.

Va a cumplir un año. En dos días hará un año que llegó al mundo. Tardó en nacer, se tomó su tiempo, se retrasó una semana y para colmo hubo que intervenir porque no estaba por la labor de salir por su cuenta. Sin duda fue el día más feliz de mi vida pero también el mas difícil que me ha tocado vivir.

No voy a contar como fue su nacimiento porque por mucho que lo intente, no hallaría las palabras que consiguieran explicar de manera fidedigna el dolor, los nervios, la incertidumbre, el miedo y la mezcla de sensaciones y sentimientos que tuve aquel día y puesto que probablemente las que me esteis leyendo tendreis un hijo al menos, sabeis de lo que estoy hablando y si no habeis pasado por el trance os ahorraré los detalles escabrosos, por aquello de no desanimar a nadie ;)

Trataré de resumir el día del parto a grandes rasgos: fueron muuuchas horas de contracciones que no llegaron a ninguna parte, no conseguí practicamente nada de dilatación, rotura forzosa de la bolsa de manera artificial, oxitocina en vena también artificial, más contracciones, imposible ponerme la epidural porque el anestesista no encontraba el espacio correspondiente en mi columna, dilatación completamente estancada, agotamiento mental y físico, desesperación y así, tras unas 20 horas de locura, terminé en quirófano con una cesárea inesperada pero que puso fin al peor "rato" de mi vida y cuyo resultado afortunadamente fue el mejor regalo que he recibido en mi vida, mi pequeño Ares.

Recordando casi un año después el día de autos, si pudiera retroceder en el tiempo y darme unos cuantos consejos, el primero y más importante de todos sería: No te hagas películas,  deja eso a los actores, directores, productores y demás, como diría Ana Torroja. Está bien desear un parto natural ideal, informarse sobre ello, hablar con todas las doulas que estén en un radio de un kilómetro a la redonda para que te aconsejen y te cuenten lo bien que se da a luz en casa, en el agua o en la luna o que te hagas un batido con un poquito de placenta porque lo hacen los mamíferos para reponerte tras dar a luz, ir a las clases de preparación al parto, ir a yoga para embarazadas, a pilates, convencerte durante 9 meses de que la lactancia es la panacea y pelearte con cualquiera que diga lo contrario, rellenar cuidadosamente el plan de parto donde expliques que no quieres epidural, ni episiotomía, ni forceps, ni ventosa, ni nada que suponga una intervención del ginecólogo en el nacimiento de tu retoño, todo eso está muy bien, repito, pero desde mi experiencia a la hora de parir no puedes llevar todo completamente atado porque en cuestión de segundos, el castillo de naipes que has construido concienzudamente durante 9 largos meses, se viene abajo y no tendrás tiempo para recomponerlo porque tienes que tomar decisiones importantes y totalmente contrarias a todo aquello que meticulosamente habías planeado.

Recuerdo que yo no quería epidural, ni episiotomía, llegué a plantearme parir en el agua, pero no en todos los hospitales existe esta opción así que deseché la idea, quería alargar el famoso piel con piel, no quería que nadie se llevara a mi bebé ni un segundo de mi lado, ni siquiera para pesarlo, en resumen yo quería, quería, quería, pero finalmente no bastó con querer. Mi cuerpo no respondió como debería haberlo hecho y eso no pude controlarlo, por mucho que me preparé para el parto, no conté con que mi cuerpo no estaría de mi parte y ante el mínimo riesgo de que pudiera pasarle algo al bebé se optó por la intervención.

Por suerte todo fue bien y en menos de una hora (una hora más que sumar a las anteriores) tenía a mi hijo en brazos. Y una vez que lo tienes en tus brazos, ¿que haces? Además de llorar mientras lo miras y le repites una y otra vez que es lo mas bonito del mundo, pues ¡ponerlo en el pecho!, ¡vaya una pregunta! da igual que estés seccionada en dos como si al mago de turno le hubiera salido el truco al revés, tienes que colocarlo en el pecho. Y obedeces, y si no lo haces o no lo haces bien, descuida, que llegará un ejercito de matronas y enfermeras a echarte una mano o dos o tres o las que hagan falta. Lo que me lleva al segundo consejo que me habría dado: No dejes que nadie te estruje la teta hasta hacerte sangrar. Está claro que el bebé es muy importante, que tome el calostro es muy importante, que se afiance la lactancia es muy importante pero si tú no estás cómoda, si no te encuentras bien física ni psicológicamente, da igual todo lo demás, no serás capaz de hacer nada en condiciones,  tómate el tiempo que necesites. Exige intimidad, tu bebé acaba de llegar al mundo tras 9 meses de espera y tú estas absorta en un momento que no va a repetirse jamás, nadie debería inmiscuirse. Inténtalo pero no te presiones más de la cuenta o acabarás aborreciendo a todo aquel que te diga que la lactancia materna es lo mejor del mundo. Si no lo consigues o si no quieres dar el pecho no serás menos madre por ello y lo más importante, ningún niño se ha muerto por tomar biberón. La que escribe sin ir más lejos no quiso teta y aquí está escribiendo este post. :)

Cuatro días con sus cuatro noches en el hospital y por fín ¡nos envían a casa! Fue dificil no pensar: ¡Ahora si que está liada! ¿que hacemos con él? No hay enfermeras ni matronas que vengan a decirte lo que tienes que hacer, ni a calmar al bebe que llora como si le estuvieran quemando vivo, no sabes si tiene gases o si está mojado o simplemente huele tu miedo y no se fia un pelo de ti. ¿Donde están ahora para ayudarte si en el hospital no dejaban de entrar en la habitación cada dos por tres? 
¡¡¡ Llamales por favor, que igual tiene un botón de off y se les olvidó decirnos donde!!! es justo en ese momento cuando te das cuenta de que el pequeñajo es tuyo ¡para siempre!

Por suerte Ares siempre nos lo ha puesto muy fácil, pero al principio todo fue más complicado de lo que debería haber sido porque mi estado psicológico y físico no era el mejor. El descenso tan brusco de hormonas que se sufre después del parto hace que te conviertas en una especie de yonki que anhela el estado de felicidad del embarazo, al menos en mi caso así fue.

En lugar de sentirme feliz por tener a mi pequeño, me sentía triste, las dificultades que encontré con el tema de la lactancia, las migrañas debidas al descontrol hormonal que me impedían hacerme cargo del bebé cuando me atacaban de improviso, la hipertensión que me quedó durante unos meses después de dar a luz y que tuvieron que tratarme y  el que me repitiera una y otra vez a mí misma que daba igual como me encontrara porque lo más importante era el bebé, hizo que me sintiera cada vez peor. 

Por eso están importante encontrarse bien, para que todo fluya, para poder ofrecer lo mejor de ti, tanto a tu hijo como a ti misma y también, porque no, al padre de la criatura, ese gran olvidado. Quería que este post fuera también un pequeño homenaje a él, al padre de mi hijo, porque para mí desde que nació ha sido el mayor apoyo y ha tenido un papel de personaje principal en esta historia y no el de mero observador o personaje secundario al que suelen quedar relegados los papás. En nuestro caso hemos sido una triada desde el principio. Una triada muy bien avenida. Papá no se quedó fuera ni va a quedarse fuera de nada que nos incumba a ninguno de los dos y me alegro de que así sea. 

Él fue quien lo sostuvo contra su pecho nada más nacer mucho antes de que yo pudiera sentirlo en mi piel, le cambió los primeros pañales, le atendió todas las noches que estuvimos ingresados en el hospital porque yo no podía moverme, el que organizó nuestra salida del hospital y nuestra llegada a casa, quien cuidó de mí y del bebé hasta que pude arrancar sola, el que lo sacaba de la cuna para colocarlo en mi pecho porque no podía agacharme para cogerlo, ni siquiera podía levantarme de la cama sola, ¿por qué iba a quedarse fuera?,  me pregunto que habría sido de mí y de Ares si no hubieramos tenido a papá para cuidar de nosotros. Papá también es importante, muy importante y hay que darle el lugar que le corresponde en la nueva situación, no dejarle de lado mientras crece algo tan bonito como es la nueva familia.

Como ya he dicho no pretendo dar consejos a nadie, solo contar mi experiencia pero lo que si quiero dejar claro es que todo va a ir surgiendo de manera natural y algunas veces se escapará a tu control, te sentirás derrotada, cansada, agobiada, perdida, sin saber que hacer, porque una vez estés en  casa, con tu bebé y tu pareja, nadie vendrá a calmarlo cuando llore, a darle el pecho, a sacarle el gas o a cambiarle el pañal por vosotros, pero un día a lo lejos verás una pequeña luz y todas las dudas y los miedos se disiparán.  Por tanto hazlo lo mejor que puedas, como os vaya bien a tí, a tu familia y no te sientas mal si no sale como habías planeado, para tu hijo ya eres la mejor madre del mundo y siempre lo serás.  Da igual lo mal que lo hagas al principio, llegará un día en el que te mirará a los ojos y te lo dirá todo, te derretirás por dentro como nunca antes lo habías hecho y dará igual todo lo que hayas leído sobre la maternidad porque eso no está escrito en ningún libro.


Con todo mi amor a mis dos guerreros.

Esther Rh