jueves, 21 de septiembre de 2017

Una satisfactoria vuelta a la rutina

 
Quizá habría estado mejor escribir este post hace dos semanas, pero puesto que la primera semana de vuelta al cole suele considerarse de aterrizaje y adaptación, es como si el cole empezara "en serio" la semana que viene otra vez.

Cuando llega septiembre, a todos nos viene a la cabeza inevitablemente la vuelta al cole, la vuelta al trabajo, a la rutina, etc. y si no te viene a la cabeza, ya se encargan de anunciarnoslo a bombo y platillo en el super, en la tele y en todo medio de comunicación que se tercie.

Septiembre  es sinónimo de vuelta a la "normalidad" tras el verano  y aunque quizá para algunos niños supone una alegría la vuelta al cole, para otros puede resultar igual de estresante y desconcertante que la vuelta al trabajo para los adultos. Traduciéndose dicho estrés en irritabilidad, nerviosismo y berrinches que se nos pueden llegar a escapar de las manos. No debemos olvidar que durante tres meses nuestros peques han tenido todo el tiempo del mundo para jugar, sus horarios se han visto bastante alterados y ahora de repente, les limitamos las horas de juego y marcamos las horas a las que deben comer o dormir.

Pues bien, para hacer que la vuelta a la rutina sea lo más satisfactoria y positiva posible, sería ideal que durante el verano las rutinas básicas de los menores no sufrieran demasiadas modificaciones.

Aunque durante el verano es muy complicado respetar los horarios y rituales que en casa se repiten a diario con relativa facilidad, es importante que dentro de lo posible se respeten al menos las horas de comidas, siestas y sobretodo la hora de ir a la cama por la noche.

Si no es posible respetar estos horarios, al menos unos días antes de la vuelta a la normalidad sería preciso volver a acostumbrar a la familia y sobretodo a los menores de la casa a los horarios que tenía antes del comienzo del verano y que a partir de ahora serán los habituales.

De esta forma, tanto el cuerpo como la mente volveran a adaptarse progresivamente a los ritmos de sueño-vigilia y será más fácil lidiar con el cansancio que suponen los madrugones. 

Llegó el día: Su primer día de colegio (guardería, instituto...) ¿cómo afrontarlo?

Como mencionaba anteriormente, la vuelta al cole para algunos niños, sobretodo para aquellos que ya han pasado en años anteriores por las experiencia de su primer día de guardería o escuela, se convierte en un día genial de reencuentro con compañeros y amigos, con los que compartir sus vivencias veraniegas, pero para otros, puede llegar a convertirse en un auténtico suplicio.

Los pequeños que deben enfrentar su primer día de colegio, aquellos que no hayan tenido un curso muy agradable o que hayan vivido experiencias negativas, no querrán volver o lo harán con pesar, sintiendose indispuestos con repentinos dolores de barriga o de cabeza.

Para enfentar estas situaciones, nada mejor que armarse de paciencia y tratar de entender los motivos por los que el pequeño no quiere ir al colegio. Debemos sacar todo nuestro arsenal de comprensión y ofrecerle todo nuestro cariño, sin imposiciones, ni voces ni por supuesto restando importancia a sus sentimientos. No podemos olvidar que somos la fuente de seguridad más importante que tienen y por tanto debemos hacer que se sientan protegidos.

Decirles lo bien que lo pasarán, así como que volverán a reencontrarse con sus compañeros o que conoceran nuevos amigos y que podrán contarles todo lo que han hecho durante las vacaciones, por ejemplo, puede ser una buena forma de animarles.

Es normal que los más pequeños sufran por la separación de mamá o papá si ello además implica quedarse en un lugar extraño si nunca antes han estado allí, pero pasará en unos días.
Si ese malestar se extiende más de un par de semanas o se produce en niños mayores de 7 u 8 años, sería conveniente indagar las razones por las cuales no quiere ir al colegio.

Lo mejor para superar el madrugón: un buen desayuno y ¡a por todas!

Para no recurrir a las voces, prisas y reprimendas de buena mañana, lo ideal es dejar preparada la ropa para el día siguiente y la mochila con todo lo necesario, la noche anterior.

Trataremos de levantarnos un ratito antes para ofrecerles un buen desayuno (leche o yogurtm fruta o zumo, pan, galleta o cereales) para que puedan afrontar la jornada cargados de energía. Aunque hay niños que por la mañana no tienen hambre, debemos intentar que ingieran algo durante el desayuno porque no deben sumarse más horas de ayuno a las ya acumuladas durante la noche.

Nos despediremos con positividad y alegría, deseándoles que pasen buen día y sobretodo que disfruten. Por supuesto al ir a recogerles, debemos interesarnos por su día, el camino a casa o la comida pueden ser buenos momentos para contarnos como ha ido la jornada.

Los más pequeños después de comer, deberían echar una siesta, para evitar que al final de la tarde, estén irritables y malhumorados.

Los niños más mayores, pueden realizar alguna actividad extraescolar, pero NO debemos saturarles.

Debemos tener claro que las actividades extraescolares NO son obligatorias, por tanto no debemos volvernos locos apuntándoles a actividades que quizá ni siquiera le interesen. Si no quieren apuntarse a nada, debemos respetar su decisión. Animar y ofrecer alternativas sí, pero sin saturar ni obligar.  

Tan importante como las actividades extraescolares es el tiempo que les quede "libre", en el que el niño pueda elegir hacer lo que le plazca.

La apretadas agendas repletas de actividades, que no les dejan ni una hora al día libre y que les obligan a ir corriendo de un lado a otro, a menudo causan en los escolares un agotamiento que puede derivar en un estado de apatía, estrés y finalmente al abandono de algo que quizá al principio le entusiasmaba pero que ha terminado por agobiarle. Es por eso que no debemos imponer dichas actividades, porque no dejan de realizarse en su tiempo libre y son ellos los que deben elegir que hacer en él.

Y, ¿después de la dura jornada?

Una buena forma de poner punto y final a la jornada y que nos ahorrará tiempo la mañana siguiente, será hacer el baño o la ducha antes de la cena. Será un buen momento para preparar la ropa y todo lo necesario para la siguiente jornada. Una buena idea es hacer la cena en familia, conversando sobre como nos fue el día, si no nos hemos visto hasta entonces o bien como fue la tarde si ya nos vimos durante la comida. Después de hacer un poco de sobremesa, iremos a dormir, a una hora que suponga un descanso de al menos entre 8 y 10 horas para los más pequeños.


Como resumen...


Las pautas a seguir para conseguir una vuelta a la normalidad lo más satisfactoria posible, tendrían que ver con: una vuelta paulatina a los horarios habituales de antes del verano a poder ser unos días antes de la vuelta a la rutina, afrontar cada mañana con positividad y energía lo que se consigue con un desayuno completo y equilibrado, anticiparse a la hora de preparar la ropa y material que precisen al día siguiente, cuadernos, libros, mochila, etc., no saturar las primeras semanas con un sin fín de actividades extraescolares, respetar el tiempo libre y sobretodo, respetar las horas de descanso.




¡FELIZ CURSO!



Esther Rh