sábado, 18 de marzo de 2017

Las mil caras de Ares y como hacerles frente sin morir en el intento

              
Me pregunto como una persona tan pequeña puede esconder tantos "perfiles" y tan diferentes. Es interesante ser testigo de como se va forjando su personalidad, ver como saca su carácter cuando algo escapa a su control o descubrir su divertido sentido del humor que, aunque sólo cuente con 15 meses en su haber, le hace ser capaz de reirse de sí mismo cuando se cae de culo o se da un coscorrón con la mesa.

Es curioso como en un momento puedes tener delante a un ser adorable de dulce voz y vivos ojos contándote una retahíla de cosas incomprensibles al que te apetece espachurrar a abrazos y segundos después, ese mismo ser que es todo amor se convierte en el pitufo gruñón que se frustra precisamente porque no entiendes  lo que te ha estado diciendo y te lo repite de nuevo con la esperanza de que esta vez si lo entiendas, mientras te mira con cara de: "¡pero mamá!, ¿en serio no me entiendes?" Pues no hijo, no entiendo nada. Y de verdad que me hace sentir mal.

Creo que no llegaré a ser la típica madre que entiende a la perfección el precario idioma de su churumbel y se lo va traduciendo al resto de los mortales. Lo siento, de corazón, no es que no quiera traducirlo, es que ¡no lo entiendo! 😅 Por suerte, las palabras que más utiliza si las entiendo: buabua (agua, y menos mal que suena casi igual, porque si no el pobre crío andaría deshidratado todo el día), tata (cuya traducción en su idioma es papá, de hecho así es como lo recibe en la puerta cuando llega de trabajar, ¡TATÁ!), yaya (abuela), papá (que también sabe decirlo y lo utiliza cuando le viene en gana), mamá (que dice sobretodo cuando está enfadado, quiere algo o tiene sueño), caca (que puede ser caca de caca si va seguido de un puajjj o de ca-ca-canina, por la serie de la patrulla canina), gaga (gato), no (no es no, y como a todos los bebes le encanta decirlo y acompañarlo de una sacudida de cabeza para dar más enfasis a la palabra) y alguna que otra más que ahora mismo no recuerdo.

Retomando el tema de la "personalidad múltiple" de los bebés, durante estos quince meses hemos podido conocer a unos cuantos niños diferentes dentro del mismo. Así tenemos el que despierta por la mañana llorando, vete tú a saber porqué, el que se despierta riendo y llamando con una energía que ya te hace imaginar como será el día, el que come y refunfuña cuando ya no quiere más, el juguetón, el bromista, el que no quiere entrar en la bañera, el que no quiere salir de ella,  el que se retuerce para no dejarse poner el pañal, el que te roba el mando de la tele, baja el volumen cuando estás viendo algo interesante dejándote sin saber el final y te sonríe como si lo supiera, el que se duerme la siesta sobre mi, el que se duerme la siesta con papá, el que duerme la siesta solo en el sofá, el que quiere ir al parque y se atrinchera en la puerta hasta que consigue que la abras, el que no quiere irse del parque para volver a casa, el niño tranquilo que nada más dejarlo en la cuna se duerme, el que se despierta varias veces por la noche (que por suerte son las menos), el cariñoso que te da mordisquitos porque no sabe gestionar sus emociones de otra forma que no sea con sus dientes, el que te empapa la cara con sus besos, y alguno que otro más, porque cada día nace uno nuevo.

Pero aunque tenga mil caras, es el mismo pequeño ser que está aprendiendo a vivir y aunque parezcan mil niños diferentes, la forma de actuar debe ser lo más parecida posible con todos ellos porque será eso lo que le trasmitirá la seguridad necesaria para convertirse en una persona equilibrada que afronte los contratiempos de la vida de una manera adaptativa, que tolere la frustación y que entienda que no podrá tener todo lo que quiera sin esforzarse en conseguirlo.

Nuestra receta para conseguirlo lleva:

- Una buena dosis de paciencia,  aunque a veces es complicado no estallar y soltar algún improperio frenado con un mordisco en la lengua.

- Mucha coherencia y sobretodo constancia con las normas, las rutinas y los límites. Hay que tener esto muy claro, yo diría que es de lo más importante a la hora de educar.

- Decir NO cuando haya que decirlo. Es curioso que a los que más les cuesta decir no, sea a los abuelos. Los mismos a los que no les temblaba la voz cuando no te dejaban hacer algo en la adolescencia, ahora en cambio ¡todo está permitido!. ¿Que quieres comerte esa tableta de chocolate antes de comer? ¡claro que sí mi amor! mientras piensan: "yo se la doy, no me vaya a dejar de querer" 😅 Ahora entiendo eso de "cuando seas padre comerás huevos" aunque ha sido sustituido por "es que si llegas a ser abuela algún día, te darás cuenta". Vamos que según ellos, por mucho que seas madre/padre, nunca vas a comer huevos ni vas a saber nada de nada... hasta que seas abuela/o. Bueno, pues hasta que llegue ese momento, hártate de decir NO cuando sea necesario, porque puedes, porque por fin eres madre/padre y eso te da derecho a comer huevos sin que te lo discutan y sobretodo porque no quieres que se convierta en un consentido que no valore nada y lo consiga todo a golpe de berrinche y lágrima de cocodrilo.

- No ceder ante las rabietas, por muy negra que se ponga la cosa, por mucha gente que haya en el pasillo de las patatas fritas del super, no dejes que se salga con la suya. Para la próxima evitarás los pasillos conflictivos. Si bien es cierto que Ares no suele montar numeritos, alguna vez se ha podido mascar la tragedia. Por suerte enseguida se le pasa. Creo que intuye que nos hemos hecho inmunes al chantaje emocional.
 
- Aceptación incondicional y respeto, porque en eso consiste ser madre y padre, en aceptar a tu hijo tal y como es, sin más. No se trata de dejar que haga lo que quiera porque para eso están los puntos anteriores, se trata de dejar que "resuelva" a su manera, para que desarrolle un pensamiento que le permita convertirse en alguien observador y crítico, de mentalidad abierta, respetuoso con las opiniones de los demás y sobretodo empático. Siempre debemos estar ahí para ellos, para guiarlos interviniendo únicamente cuando sea necesario y siempre desde el respeto.

- y por último aunque no por ello menos importante: AMOR, muchísimo amor, sin límite de cantidad y sin límite de calidad. No recuerdo ninguna noche que lo haya acostado sin decirle en el oído que lo queremos con locura, lo importante que es para nosotros y lo mucho que  nos gusta ser su mamá y su papá.


Como siempre digo, la paternidad/maternidad es un aprendizaje constante, una evaluación continua con pequeñas pruebas que no siempre se pasan con nota, pero se aprueban, que es lo importante. No hay normas fijas, cada familia es un mundo, lo que nos puede ir bien a nosotros, quizá no le vaya bien a nadie más, pero no por eso nuestros métodos son peores. Son simplemente eso, nuestros métodos y vamos adaptándolos al ritmo que va creciendo nuestro hijo y de momento funcionan.


Y hablando de paternidad, ¡hoy es el día de padre!

Espero que todos los papis que leais esta entrada tengais un feliz día y lo disfruteis con vuestros retoños. Pensad que el mejor regalo que podeis hacer a vuestros hijos/as es vuestro tiempo, ese  es un regalo que durará siempre. Yo todavía me acuerdo de cuando mi padre nos llevaba a montar en bici las tardes de sol y los días de campo en familia, me encanta guardar esos recuerdos y a mi  hijo se los regalaré también.



Esther Rh