martes, 14 de febrero de 2017

Tiempo de cambios


Sé que no soy la primera ni seré la última en enumerar los cambios que ha sufrido su vida por el hecho de convertirse en madre, pero me gustaría exponer aquellas "cosas" que me parecen más graciosas y a la vez más desesperantes que como a mí le ocurrirán a casi todas las madres y padres, día tras día en el mundo. Cosas a las que no queda mas remedio que acostumbrarse y que acabaran pasando, dejando tan solo el recuerdo de una etapa en la que eras lo más importante para tu hijo. Por eso, de momento y mientras se pueda, yo soy la encargada del cuidado de mi peque, sobretodo por las mañanas que estamos solos porque papá trabaja. Así que he decidido que cuando empiece a trabajar lo haré por las tardes para seguir encargándome de su cuidado porque es de los retos más dificiles pero también más gratificantes y bonitos a los que me he enfrentado nunca.

Pues bien, volviendo al tema de los cambios, voy a enumerar esas cosas que ocurren cuando te conviertes en mamá y más concretamente en el período de tiempo que transcurre desde que tu pequeño deja de ser un bebé-cojín al que puedes dejar en la minicuna, capazo e incluso en el sillón sin preocuparte de que se gire y caiga al suelo, hasta que ese mismo bebé se convierte en un bebé-dummy que aún no ha alcanzado la confianza y soltura suficientes para caminar más de diez pasos seguidos sin caer de culo en la apasionante carrera de fondo hacia la autonomía pero que aun así  no desiste y quiere ponerla en práctica a cada momento.


         1.- Dejarás de ir al baño sola cuando esteis los dos solos en casa. Algo que parece tan sencillo se convertirá en una misión imposible. Se entiende que el niño ha empezado a desplazarse con más o menos soltura,  ya sea caminando, gateando, de rodillas arrastrando una silla, culeando o haciendo el pino puente al revés y papá no se encuentra en casa. Ahora que puede, te seguirá a todas partes y esto incluye, como es lógico, el cuarto de baño. Da igual a lo que hayas ido, te acompañará y si te descuidas, mientras te estás subiendo el pantalón,  lanzará a la taza del váter lo primero que pille.

(Cuanta razón tenía mi amiga Susana cuando me daba los consejos de última hora estando embarazada... "ve al baño, aprovecha, hazme caso que después ¡no podrás ir sola!")

        2.- Tendréis que bañaros juntos o bien esperar a que llegue papá a casa. La segunda opción es, sin lugar a dudas la mejor, porque podrás disfrutar de verdad de una merecida ducha en soledad sin preocuparte de que se caiga o de que abra el grifo del bidé y termine calado hasta los huesos mientras tú tratas de salvar la situación con medio cuerpo lleno de jabón fuera de la bañera. Eso sí, procura cantar fuerte para que papá no crea que la razón por la que tardas tanto es porque te has ahogado en la bañera.

       3.- Olvídate de dormir. Esta suele estar en el número uno de todas las listas "top ten" que he leído. Pero en nuestro caso  no tenemos queja porque el pequeño Guerrero desde los 4 meses duerme del tirón sus 12 horas. Aunque ahora empieza a remolonear un poco cuando lo metemos en la cuna. Algo totalmente normal y que es debido al gran número de aprendizajes que conquista diariamente en la ya mencionada carrera de fondo a hacia la autonomía; y es que tiene que cabrear mucho que te metan en la cuna de repente sin mas explicación que un "Ares, vamos a la cama". Me imagino que en su cabeza la historia será algo así:

 A dormir, ¿por qué? si lo que de verdad me apetece es seguir jugando con esto que suena, no espera, mejor con esto que luce, no, creo que voy a caminar hacia el sofá o mejor voy gateando no vaya a ser que tropiece, pero...  ¿eso que es mamá? ¡un globo! (ha estado ahí todo el día, pero lo ha visto justo ahora que tenemos que ir a domir), un momento, creo que me pica la nariz (se la frota) o ¿son los ojos? (se los frota con los puños)...  y  he ahí la explicación de porqué nos vamos a dormir ya pequeño dios de la guerra. Es entonces cuando se me acerca gateando y comienza el ritual de sueño como cada noche.

 Un beso y buenas noches a papá, tumbar en la cuna, chupete, arropar, mantita para agarrar y tirón del rabo a la oveja de Ikea cuya dulce melodía le ayuda a relajarse. Antes, con escucharla una sola vez caía rendido en los brazos de Morfeo pero ahora que,  como ya he dicho, remolonea un poco en la cuna antes de dormir, hay que pegarle al rabo de la oveja unos cuantos tirones más. Lo que no sabe es que lleva unos días quedándose dormido con la grabación de la oveja en el móvil de papá puesta en repetición infinita. Lo sé, no nos juzgueis, es una pequeña trampa, pero acelera el proceso y nos evita tener que subir cada minuto (que es lo que dura la melodía) a tirarle del rabo a la pobre oveja.
 

      4.- Cuando por fín coma de todo, jamás volverás a comerte nada entero. Tendrás que compartir todo con él; desde la tostada del desayuno, da igual que él se haya comido su tanque de papilla de 8 cereales con galletas, te pedirá bocaditos como si estuviera muriendo de inanición, pasando por todo lo que esté en tu plato a la hora de comer que será para él el mejor de los manjares aunque sea exactamente lo mismo que hay en el suyo así como cualquier cosa que se te antoje picar (procura comprarlo por triplicado porque a él también se le antojará).  En la foto se está comiendo una nube de mi regalo de San Valentín.


5.-  Nunca más volverás a hablar por teléfono sin que trate de arrancartelo (literalmente) de la mano mientras grita algo parecido a un hola, yaya, tata....y relata en su idioma todo lo que se le va ocurriendo. Acabarás acostumbrandote a hablar con el altavoz conectado. Y es que cuando la autonomía hace acto de presencia, le empujará a alejarse con tu móvil y te tocará hablar a distancia. Aunque últimamente las únicas llamadas que recibes casualmente son para él.

Ares el vikingo
6.- Aprovecharás cada siesta y cada rato que pase con papá para hacer realidad tus proyectos artísticos. Sí, has oído bien, se despertará el artista que llevas dentro, porque pareceser que los bebés tienen algo que lo despierta (no sé si será el llanto). A mi me ha dado por confeccionar disfraces, entre otras cosas. ¡Yo que nunca había cogido una aguja! pero si no se despierta nada en tu interior que te convierta en costurera, pintora o artista callejera, no te preocupes porque también puedes aprovechar esos ratos para no hacer absolutamente nada, mirar al techo, escuchar el silencio y si esto te aburre, puedes (debes) dar un paseo, salir a tomar café con una amiga, conversar con tu madre o porqué no, conversar contigo misma que después de tantos meses de entrega también te lo mereces y seguro que tienes muchas cosas que contarte...

      7.-  Aprenderás que la hora de jugar son todas las horas del día, no importa que tengas que hacer la comida, tender la ropa, limpiar el polvo, fregar el suelo, pasar la  aspiradora, etc. para él tú eres la mejor compañera de juegos y en el momento que percibe que te vas a levantar del suelo para empezar a hacer algo (más que porque te apetezca, porque hay una montaña de ropa que doblar a la que ya le has puesto nombre o porque papá está a punto de entrar por la puerta y la comida está a medio hacer) tendrás que hacerlo con unos pequeños brazos aferrados al muslo mientras escuchas la palabra mamá  (que tanto deseabas que aprendiera a decir) subiendo de intensidad por momentos... ¡mamá, mamá, maMÁ, MAMÁ MAMÁ MAMAAAAÁ!!!

 >Pero, ¿que más quieres de miii pequeño vampiro? si llevo tres horas de reloj jugando con todos y cada uno de tus juguetes, con las pinzas de la ropa,  las anillas de las cortina, pajitas de colores, soplando por el pompero, corriendo a gatas en pijama detrás de ti por toda la casa mientras grito: ¡que te cojo! como una loca, aprendiéndome las canciones de un montón de juguetes que ya resuenan en mi (nuestras) cabeza (s) como un mantra y me paso (nos pasamos) el día silbándolas, ¡nos las sabemos todas!< y entonces me mira, con esa carita que tiene, sonriendo de oreja a oreja y gritando emocionado mientras me trae culeando el cuento de la granja y no puedo evitar tirarme de nuevo al suelo para reproducir los sonidos de los animales de la granja que me va indicando con el dedo. En ese momento todo da igual, que esté la comida en el horno más tiempo de la cuenta, que la ropa lleve dos horas en la lavadora esperando para ser tendida, que haya dos dedos de polvo sobre el mueble o que todos los cristales de la casa tengan como adornos las huellas de sus dedos y de su boca, no cambio una mañana de juegos con él por tener la casa más limpia y ordenada.

Estos son solo algunos de los cambios vividos hasta el momento, supongo que cuando alcance la meta de la autonomía total y absoluta tendré que escribir una segunda parte. Pero hasta que llegue ese momento, trataremos de disfrutar de la carrera, como hacemos cada día, sin prisa, observando y animando al pequeño corredor.



Esther Rh